No te compares

Por qué no eres como tu hermano, deberías de portarte igual de bien que el vecino, aprende de tu amigo que saca puros dieces y así pudiera continuar citando diferentes ejemplos sobre las veces que somos comparados con alguien más desde pequeños.

Este contexto facilita que desarrollemos el hábito de seguirnos comparando en las diferentes etapas de nuestra vida y lo único que nos genera en la mayoría de las veces es un sentimiento de frustración, desánimo o envidia.

  • ¿Cómo desaprender a compararnos con los demás?

Entendiendo que ni la edad, círculo social, nivel de educación o antecedente familiar propicia las mismas circunstancias o condiciones para todos. Asimilando que aunque creamos conocer a las personas, la mayor parte del tiempo no tenemos idea sobre sus prioridades, temores o contexto real de sus situaciones y por ende no podemos saber con certeza si lo que deseamos tener o hacer igual que ellos, nos daría el bienestar que buscamos.
Entrenarnos poco a poco, y cada vez que caigamos en cuenta que nos estamos comparando con alguien más, reemplazar ese pensamiento o emoción por algo positivo sobre nosotros mismos. 

  • ¿Cómo usar favorablemente la comparación con los demás?

Si eres honesto contigo mismo, sabrás cuando ese sentir te aporte algo negativo o positivo y si en tu caso, compararte con alguien que admiras representa un impulso que te mantiene optimista sobre tus  metas a alcanzar, entonces lo estás usando para bien.

Te invito a que si necesitas la comparación para sentirte motivado, lo hagas contigo mismo. Compárate con tu versión de ayer, con tu versión de hoy,  qué has hecho diferente y te ha funcionado, qué has hecho igual y te ha dejado estancado, encuentra en ti mismo las respuestas y la inspiración que has buscado en los demás. Tu historia es única, es tuya, abrázala tal y como es.

Dejar un comentario