¿Cuál es tu código?

Hoy en día el mundo se mueve con la tecnología, el internet,  las aplicaciones y todo lo que hace nuestras vidas aparentemente más fácil y prácticas; pero muy pocos comprenden lo que hay detrás de cada herramienta que usamos, un sinfín de códigos programados para el buen funcionamiento de estas.

Hay personas que hablan el lenguaje de los códigos y pueden descifrar todo sin problema y hay para quienes este es un mundo completamente desconocido y difícil de entender. Lo mismo sucede con nuestras vidas y las historias que hay detrás de cada rostro y persona, todos y cada uno fuimos programados de manera diferente y al paso de los años agregamos nuevos códigos de vida que han regido nuestra manera de ser, pensar y actuar.

Entonces ¿cómo saber cuáles son mis códigos?

  • Programación infantil: si echas un vistazo a tu infancia y el entorno en el cual fuiste educado, qué es lo que más recuerdas frases como “lograrás todo lo que te propongas”, “eres un niño amado”, “estoy orgulloso de ti” o “no sirves para nada”, “eres un flojo igual que tus hermanos” o “no sé para qué te tuve”.
  • Programación emocional: normalmente en casa, te incentivaban a hablar de tus emociones, a canalizar tu enojo, tristeza o frustración y que pudieras reconocer tus diferentes estados de ánimo o te privaban de poder expresar tus emociones, ridiculizando tu enojo o tristeza o bien ignorando tus diferentes estados emocionales.
  • Programación sentimental: cómo fueron tus primeras relaciones afectivas, desde el amor, la honestidad y la libertad o desde el miedo, la necesidad y dependencia.

Estos son sólo algunos ejemplos de cómo los códigos con los que fuimos programados en etapas tempranas influyen en nuestra actitud y decisiones. Ahora la buena noticia está en la habilidad que tenemos para reprogramar esos mismos códigos o bien activar nuestras programaciones que nos faciliten el camino hacia el bienestar emocional, mental y espiritual.

Así que antes de juzgar, siempre recuerda que cada ser humano posee un paquete de códigos que han condicionado su reacción o percepción del mundo. Seamos más pacientes y amorosos los unos con los otros.

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