Todos podemos hablar mejor

¿Recuerdas cómo esperabas con ansias escuchar la primera palabra de tus hijos, sobrinos o nietos? La expectativa sobre si sería mamá, papá o tata y  tu constancia por enseñarles a hablar.

Todos aprendimos a hablar de manera natural desde que éramos niños, repitiendo lo que escuchábamos, tratando de imitar sonidos. Después fuimos enriqueciendo nuestro vocabulario en la escuela, leyendo y aprendiendo.

Pero ¿por qué dejamos de maravillarnos o de esforzarnos con nuestro lenguaje?  

“El lenguaje es el vestido del pensamiento”, citó atinadamente Samuel Johnson, imaginemos que así como eliges con detalle y esmero lo que usarás para tu próxima fiesta, lo hicieras con las palabras que eliges para comunicar lo que estás pensando.

Todos podemos hablar mejor, no solo en materia de dicción y pronunciación sino en la intención que le das a tus palabras, cómo las ordenas y cuáles utilizas para comunicarte.

Por ejemplo trata de utilizar más “me gustaría que”, “me daría mucho gusto si”, “crees poder” cuando estés buscando que alguien haga algo por ti.

¿Qué “atuendo” has estado usando la mayor parte del tiempo? 

No le quitemos mérito a la importancia de cómo nos hablamos unos a otros, recordando que la mayoría de las desgracias entre los hombres inician por una mala comunicación.

Así pues cuida tus palabras porque éstas manifiestan lo que hay en tu interior, y antes de pronunciarlas pregúntate ¿cómo puedo vestir mejor este pensamiento?

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